José Antonio Girón de Velasco
El León de Fuengirola
Político español
José Antonio Girón nació el 28 de agosto de 1911 en Herrera del Río Pisuerga (Valladolid, España).
Hijo único de Justo Girón Gutiérrez y Clementina María Velasco Fernández de los Ríos.
Cursó estudios de Derecho y participó en la fundación de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) en 1932.
Durante la Guerra Civil Española fue jefe de las milicias falangistas de Valladolid y obtuvo la Medalla Militar Individual. Delegado nacional de Excombatientes en 1939 y ministro de Trabajo de 1941 a 1957. A él se deben leyes de importante contenido social, tales como el Seguro de Enfermedad, Higiene y Seguridad en el Trabajo, la gratificación obligatoria de Navidad, el subsidio de invalidez y otras.
Se opuso férreamente a la instauración de la democracia en España y negó la legitimidad del referéndum constitucional de 1978.
José Antonio Girón falleció el 22 de agosto de 1995 en Fuengirola, Málaga.
Cargos
Ministro de Trabajo
20 de mayo de 1941 - 25 de febrero de 1957
Predecesor
Joaquín Benjumea Burín
Sucesor
Fermín Sanz-Orrio y Sanz
Introducción a la Lección del camarada José Antonio Girón a los trabajadores de la Escuela de Capacitación Nacional-Sindicalista
Trabajadores, camaradas:
Nuestra doctrina es clara y sencilla y no hace falta ninguna clase de vulgarización para ponerla al alcance de todas las inteligencias. Cuantos quieren hacer de ella una jerga para iniciados, cuantos andan torturando sus cerebros en un prurito de quintaesenciar los conceptos, solo han encontrado un buen sistema de perder el tiempo y el estilo. La verdad no necesita encubrirse entre nieblas porque su presencia a la luz es la más eficaz forma de ganar los espíritus. La Cruz, que es la suprema unidad, es el signo de la suprema sencillez. Nos proponemos en esta lección haceros un resumen de nuestra manera de pensar, pero hemos querido insistir antes en esta consideración. No tenemos una verdad para trabajadores y otra para filósofos. Estos que vamos a exponer son nuestros dogmas para todos. Lleguéis o no al convencimiento de que son los mejores, a vuestro lado o contra vosotros, hemos de seguir luchando por ellos hasta imponerlos en la Patria. Si os desanima examinar la distancia entre lo que decimos y lo que hacemos, entre una doctrina y una realidad, vuestro deber de trabajadores y de españoles es acortarla con vuestra acción. De esa misma desesperación se nutre nuestro coraje y tened la seguridad de que nos encontraréis a vuestro lado si os tienta la empresa de hacer verdad en la Patria cada consigna. Con esta esperanza os hablamos y con el objeto de no ser mañana responsables de que nos ignoréis hoy. No somos tantos, como pudiera pareceros, pero no es el número de quienes la defienden el que califica la verdad. Si una majadería repartida por un millón de bocas sigue siendo una majadería, la verdad defendida por una sola escuadra sigue siendo la verdad. Pero es indudable que en la rapidez con que ha de imponerse en sus realidades concretas influye, si no una fuerza física que no tenéis, la fuerza moral que la fe apasionada de todos los trabajadores de la Patria puede prestarle a la urgencia de nuestra victoria. En este sentido nos interesa vuestra incorporación. Para eso os hemos traído aquí. Y no tenemos por qué ocultar que estamos en el comienzo de una gran ofensiva para encuadrar a todos los españoles honrados —que se batieron por ideal en cualquier frente— bajo nuestras banderas. Una ofensiva que gane a nuestra doctrina nuevos hombres a los que interese hacerla realidad, para que la tragedia española tan cara en sangre que hemos vivido, no termine un buen día en una frívola pantomima de revolución.